sábado, 9 de julho de 2011

Copa America: Chile sacudió a la Celeste


"¡Chi-chi-chi... le-le-le... viva Chile...!". El grito, permanente y ensordecedor, retumbó fuerte en el estadio Malvinas Argentinas. La hinchada chilena se hizo sentir de lo lindo, claro, su selección fue local, con tribunas teñidas de rojo y con una euforia pocas veces vista. Así fue durante casi todo el partido. Las tribunas temblaban con el salto de los hinchas y el grito de su gente.

Chile asumió su rol de local y fue protagonista, pero en el fragor de la lucha, toda esa pasión se fue apagando lentamente. Porque Uruguay, fiel a su estilo, enlenteció el juego, le quitó ritmo, le cerró espacios a los chilenos y los obligó a lateralizar su fútbol.

Uruguay cumplió con su rol de destructor y, cuando pudo, zafó de esa telaraña roja y se lanzó al ataque. Partido peleado, como se había previsto; complicado, trabado y luchado. Chile tenía la pelota, la manejaba, buscaba a sus delanteros y estaba cerca del área, ahí, a punto de concretar. Pero no. El juego siguió, Uruguay se abroqueló y tuvo las chances más claras de ese primer tiempo. Primero fue Suárez, que quedó sesgado frente al arco, con la pelota picando delante, pero su derechazo dio en el horizontal.


En las tribunas, empezó a calmarse el temblor. Ya no hubo tantos cantos, tantos saltos ni tanta euforia. Ojo: Uruguay estaba ahí, y había dejado un anuncio, ese que no pudo concretar Forlán después de una avivada de Suárez que interceptó un pase atrás y le sacó la pelota al arquero Bravo del buche, lo eludió, miró, tiró el centro pasado, pero Forlán llegó exigido y no pudo conectar bien el cabezazo. La pelota salió mansa y fue rechazada en la línea por Contreras. Pudo ser la apertura.

Chile ya no fue el mismo. Llegó, es cierto, tuvo la pelota, pero sólo se acercó al gol con disparos de larga distancia que pasaron lejos de la valla de Muslera. Tanto canto, tantos saltos, tanta euforia, ¿para qué? Todo se fue sin pena ni gloria como el primer tiempo.

Chile apuró, llegó por afuera, buscó por izquierda y por derecha, pero en una contra, Suárez, que pareció demorar una eternidad, dejó de cara al gol a "Palito" Pereira. El volante recepcionó y, de zurda, metió la pelota junto al caño derecho del arquero Bravo para abrir el marcador en favor de los celestes.

Volvieron los cantos y la euforia. También el temblor que bajó de las tribunas como lava hirviendo. Pero a la selección de Chile no le alcanzó con eso. Por ahí, cuando tenga el alma de los uruguayos, ese amor propio, esa lucha sin cuartel, quizás logre lo que está buscando hace un buen tiempo y no consigue: ganar una copa.

Textos de José Mastandrea del Ovación digital

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